Miércoles.- Me construí un refugio para la lluvia, pero no pude disfrutarlo
en paz. La nueva criatura se entrometió. Cuando intenté echarla, dejó caer
agua por los agujeros con los que mira, y se los limpió frotándose con el dorso de sus garras, y produjo un ruido como el que hacen algunos de los demás animales cuando están lastimados. Ojalá no hablase; está siempre hablando. Esto suena como una burla fácil a la pobre criatura, una difamación;
pero no es esa mi intención. Nunca he escuchado antes la voz humana, y
cualquier sonido nuevo y extraño que moleste la quietud grave de estas soledades de ensueño ofende mi oído y suena como una nota falsa. Y este sonido nuevo está tan cerca de mí: encima de mi hombro, justo en mi oreja,
primero de un lado y después del otro, y yo estoy acostumbrado a sonidos
más o menos lejanos.
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