martes, 24 de mayo de 2011

Hamlet

Ser o no ser, esa es la cuestión:
si es más noble para el alma soportar
las flechas y pedradas de la áspera Fortuna
o armarse contra un mar de adversidades
y darles fin en el encuentro. Morir: dormir,
nada más. Y si durmiendo terminaran
las angustias y los mil ataques naturales
herencia de la carne, sería una conclusión
seriamente deseable. Morir, dormir:
dormir, tal vez soñar. Sí, ese es el estorbo;
pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno
ya libres del agobio terrenal,
es una consideración que frena el juicio
y da tan larga vida a la desgracia. Pues, ¿quién
soportaría los azotes e injurias de este mundo,
el desmán del tirano, la afrenta del soberbio,
las penas del amor menospreciado,
la tardanza de la ley, la arrogancia del cargo,
los insultos que sufre la paciencia,
pudiendo cerrar cuentas uno mismo
con un simple puñal? ¿Quién lleva esas cargas,
gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida,
si no es porque el temor al más allá,
la tierra inexplorada de cuyas fronteras
ningún viajero vuelve, detiene los sentidos
y nos hace soportar los males que tenemos
antes que huir hacia otros que ignoramos?
La conciencia nos vuelve unos cobardes,
el color natural de nuestro ánimo
se mustia con el pálido matiz del pensamiento,
y empresas de gran peso y entidad
por tal motivo se desvían de su curso
y ya no son acción.

William Shakespeare

Bloopers-Montt

Juicio Final-Montt

sábado, 21 de mayo de 2011

¿Qué quieres de las mujeres?- Sor Juana Inés De la Cruz


SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
 

Arguye de inconsecuente el gusto
y la censura de los hombres, que en
las mujeres acusan lo que causan

   Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
     si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
   Combatís su resistencia,
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
   Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone coco
y luego le tiene miedo.
   Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.
   ¿Qué humor puede ser más raro
que el falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
   Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos si os tratan mal,
burlándoos si os quieren bien.
   Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite es ingrata
y si os admite es liviana.
   Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
   ¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?
   Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
   Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
   ¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada,
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?
   ¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga,
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
   Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
   Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
   Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ

¿Qué la curiosidad mató al gato?-Montt