Viernes.- La actividad de poner nombres a todas las cosas avanza de
manera temeraria, a pesar de lo que yo haga. Tenía un nombre muy bueno
para el lugar, era musical y elegante: JARDÍN DEL EDÉN. En privado sigo llamándolo así, pero no más en público. La nueva criatura dice que es todo
bosques y rocas y paisajes, y que por lo tanto no se parece en nada a un jardín. Dice que parece un parque, y no se parece en nada sino a un parque.
En consecuencia, sin consultarme, le ha puesto un nuevo nombre: PARQUE
DE LAS CATARATAS DEL NIÁGARA. Esto es el colmo de la arbitrariedad, creo yo.
Y ya hay un letrero:
NO PISE
EL CÉSPED
Mi vida ya no es feliz como lo era antes.
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