
. De ahí que solo el Estado legisla, ejecuta y castiga.
Los Estados de derecho funcionan completamente, en teoría... en teoría...La realidad es que los Estados de derecho en la realidad tienen lunares, baches, puntos ciegos en los que el monopolio de la fuerza que dice tener se pierde. Puntos ciegos en los que un hombre agrede sexualmente a una mujer y otros hombres lo linchan. El Estado falla en la protección de la victima y en la aplicación de una pena. Temporalmente los hombres pierden la ciudadanía (Un concepto moderno, una conquista de la razón). A esos son los pequeños Estados de naturaleza a los que me refiero, los puntos ciegos en los que el gran hermano no puede ejercer su monopolio.
2013, Bogotá, se incrementa el numero de acoso sexual en lo vagones de transmilenio. ¿Cómo mantener la integridad física en un espació en el que mi burbuja personal se rompe? con tanto empujón para poder entrar, uno evitando que le toquen el bolso, que tal que lo roben. El inevitable roce. Y entonces, como hace el Estado para dar orden sobre esa escena en la que tanta burbuja personal hace ¡plop! El Estado debe reconocer su imposibilidad para dar orden a todas las esferas del ciudadano. Y entonces viene la gran idea, "vamos a dividirlos". Por definición un apartheid es una forma de segregación racial, aquí me tomo el atrevimiento de extrapolar su uso hacia otro horizonte: el género.
En Bogotá crearon la figura del vagón rosa como un dispositivo para evitar el acoso sexual hacia las mujeres. Bueno, eso soluciona el problema de forma parcial, el problema de fondo sigue latente. Es una cuestión de cultura ciudadana, funciona mejor un dispositivo de control invisible desplegado mediante la educación, que una segregación que a la postre implica un retroceso en materia de igualdad. ¿Para cuando el vagon exclusivo para hombres? ¿El de negros? ¿El LGTBI? Me pregunto si también los colorearan, personalmente me gustaría ver el de negros o el LGTBI ¿Qué le pondrán al de hombres?.¿Bigotes? Chistes aparte, la solución no es la segregación, sino la educación, y no cualquier educación sino una cívica. Mockus era buen ejemplo de ella, el alcalde era maestro y la ciudad un gran salón de clases. Montémonos en el vagón de la cultura ciudadana.
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