En muchas ocasiones como
estudiante, y ya como Licenciado en Filosofía, amigos, familiares y
desconocidos me miran con compasión, a veces más con lastima cuando digo que soy un estudioso de la Filosofía.
Entonces se hace inevitable la pregunta que viene a continuación ¿Para qué
sirve la Filosofía? ¿Aún más para que estudiar Filosofía?
Por todos es conocido que la Filosofía
es una invención eminentemente Occidental, no porque el resto del mundo no pensara,
sino porque es en Occidente, más específicamente en Grecia donde se dieron las
condiciones que posibilitaron la emergencia de dicha disciplina. De seguro
dichas condiciones serán de carácter de interés para otro momento. Una de las
condiciones que permitieron dicha emergencia fue el ocio, la flojera, la
posibilidad de hacer pereza. La Filosofía es una actividad que tuvo su nido en
las casas de aquellos que ya tenían sus necesidades básicas resueltas y mucho dinero más, los ricos.
Aparece como contraposición a las actividades manuales, que eran propias del
vulgo, del pueblo, de los plebeyos.
Conocidos son los presocráticos,
pero aún más conocido es Sócrates. El más icónico de los filósofos. Por medio de los diálogos que muy
diligentemente nos escribió uno de sus discípulos, Platón, es que tenemos una imagen más o menos clara
de este personaje. Podemos ver entonces, al hijo de la partera preguntando a
sus conciudadanos sobre la belleza, el valor, la virtud, la justicia, el
conocimiento, la realidad misma. Su método: la mayéutica, su objetivo producir
una verdadera inversión de valores en la que sus conciudadanos puedan
comprometerse con una democracia deliberativa, como estaba enmarcada la
democracia ateniense, con sus particularidades históricas.
Esto es lo importante, la Filosofía
no aparece como un fin en sí mismo, es un medio para la consecución de un fin.
Se trata de que esta disciplina, mediante el cuestionamiento de lo que damos
por sentado, de eso que aparece como una certeza, como dogma permita un avance en el conocimiento. El
lector podría acusarme y con razón, de una cierta trivialización del quehacer
filosófico. Pero yo respondo ejemplificando que otro tipo de conocimiento, como
la carpintería o la matemática, se agota en sus fines, toda vez que ninguna
indagación las lleve por nuevos horizontes.
Y es la indagación de la Filosofía, la pregunta como eje reflexivo la
que ha permitido que las otras disciplinas crezcan, precisamente por su
condición de medio y no de fin. Por eso se habla de una Filosofía del derecho,
de la ética, Filosofía de la educación, relacionada con las matemáticas, la
biología y un sinnúmero de disciplinas.
Pero bueno, luego llegó Aristòfanes
con su Sócrates en las Nubes y ayudó a configurar la imagen del profesor de Filosofía,
con algún tipo de demencia, que con
palabras rebuscadas no explicaba la realidad sino que la enredaba más. Y ahí
si, si me preguntas la Filosofía no sirve para nada, para nada que se pueda
aplicar ya, filosofar no es como hacer una silla para que alguien se siente, ni
tampoco es dar alimento al desamparado para resolver los problemas de
desigualdad. El problema es que la Filosofía está comprometida con las
soluciones de largo plazo, y eso en una sociedad de lo instantáneo no tiene
cabida, no sirve, no funciona.
La persona del filosofo merece
una reivindicación, frente al loco en el que se ha convertido ante los
estudiantes, frente a la preparación que se ofrece en las universidades
privadas donde se imparte un filosofía de modulo, y los estudiantes repiten
como loros mojados lo que el profesor les repite, que a su vez repite lo que le
enseñaron incapaces de pensar con autonomía repetirán a sus estudiantes de
colegio las mismas cosas.
El filosofo que conozco, con el
que me he topado en mis constantes viajes por las veredas del pensamiento,
desde Sócrates, Aristóteles, Descartes, Spinoza, Nietzche, Rawls entre muchos otros se han puesto como
objetivo revolcar los cimientos de nuestra sociedad, porque cada vez que parecemos entrar en un periodo
de estancamiento, siempre debe existir alguien capaz de derrumbar las certezas y
comprometerse con las soluciones a largo plazo, un ciudadano en toda regla,
comprometido con el conocimiento y enemigo de la ignorancia, los dogmas o todo
aquello que genere oscurantismo y mal radical.
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