Para el Filósofo y sociólogo alemán Jurgen Habermas encontramos unas
condiciones para alcanzar un buen diálogo, es lo que él llama “Pragmáticos
universales” que en teoría potenciarían discursos libres de desconocimiento del
Otro. El primero de los requisitos para la construcción de un verdadero diálogo
es que los participantes conozcan y usen adecuadamente el
lenguaje. El segundo exige veracidad que no es más que partir del
presupuesto de que los discursos de nuestros interlocutores son verdaderos.
El tercero que exige que se haga honor a la verdad, y se refiere a
“la búsqueda de la objetividad a través del entendimiento y la
sinceridad de los participantes en el diálogo”[1] Se refiere a la
apertura hacia lo desconocido, lo cual requiere un uso de métodos que
garanticen la verdad. No cumplir con la verdad o la veracidad llevan irremediablemente
a la suspensión del diálogo y si dicha suspensión no opera entonces
el diálogo que se produce, no está comprometido con el consenso. Y la
corrección presupone el reconocimiento del Otro como un interlocutor válido con
quien puedo dialogar
El diálogo debe llevar la impronta de la fuerza de los argumentos, la
capacidad para manejar los conceptos, la detección de falacias que nos llevan
por derroteros equivocados, el examen de las propias creencias. El
diálogo racional y razonable es la única forma de superar una racionalidad
fría, estática, cosificadora, que se alza por encima de los individuos y
que no reconoce diferencias.
Si bien es cierto, las Farc y el gobierno hablan el mismo idioma no le dan
la misma carga semántica a las palabras que usan, mientras unos hablan de
conflicto otros hablan de guerra, mientras unos piensan en terrorismo otros
hablan de beligerancia (Y ya reconocer beligerancia a los terroristas de
las Farc es hacerles un favor muy grande). El gobierno y ellos se han
metido en una especie de burbuja mediática en la que no están escuchando los
clamores de la sociedad civil. Si se quiere un verdadero diálogo se hace
urgente la introducción de una tercera visión en este proceso: Las víctimas .
Y he aquí el otro problema, las Farc desconocen a las víctimas, hablan de
ellas como un asunto intrascendente, niegan a nuestros secuestrados, niegan a
los desplazados y se ponen ellos mismos en el papel de víctimas. Para ellos las
victimas solo son bajas razonables, medios para un fin, nunca un fin en sí
mismo. ¿Qué van a negar después? ¿El narcotráfico, la extorsión,
las redadas? Faltan a la verdad y a la veracidad y en ese sentido no se
puede sostener un proceso de paz viciado por las mentiras, la injusticia y sin
la clara intención de reparación.
Ellos solo quieren el poder, meterle la mano al sistema económico, con
cinismo creen que pueden seguir creyéndose los representantes del pueblo cuando
los que más daño le hacen son ellos. Ayer como hoy, ellos se burlan de los
colombianos.
Por último, ellos no reconocen a nadie como interlocutores validos, para
ellos los otros, solo son obstáculos para la consecución de sus fines, idiotas
útiles del imperialismo yanqui como lo diría el vecino energúmeno de al lado.
La única razón para que el Ministro de Relaciones Exteriores que tenemos por
presidente, (que quiere dialogar todo con todos y tener contento a medio mundo)
persista con ánimo obstinado en un
proceso de paz que se cae por sí solo, pensando en las elecciones que se
vienen, los gobernantes en Colombia no ejercen el poder tranquilos por pensar como pueden lograr un
segundo periodo. Cualesquiera sean las razones de este gobierno, este no es el mejor momento para dialogar con las
Farc. Con los terroristas y con cualquier grupo al margen de
la ley hay que dialogar cuando estén diezmados, no ahora que están
recuperando el control. Para lo único que servirá este proceso será
para permitir que esos delincuentes se paseen por las cancillerías y
hagan propaganda política sobre una guerra romántica que gusta en los
círculos intelectuales europeos, pero
que al fin y al cabo es una guerra que dista mucho de la que vivimos. En
este momento de nuestra historia no estamos preparados para la paz, ni para el
diálogo, no hay con quien dialogar, solo hay hombres a los que les gusta ver
arder el mundo.
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